Porque te
encuentras a la orilla del hombre,
como si
fuera el muslo el que deviniese en tu borde.
Revientas
así, a veces en el costado fresco de mi carne.
Como agua, como
caudal de río viejo
nos llueven
como golpeando.
Nos golpean
como a sabiendas del dolor anclado.
4 comentarios:
Está bueno eso.
Aunque aún no hilo del todo esas construcciones corporales que haces tú.
Un abrazo Martineitor.
esto me gustó mucho, colega.
Lo he leído varias veces, y recién ahora te quise comentar algo. Creo que se une al grupo de mis favoritos.
:)
un beso.
me encanta!
me encanta!!!
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