“El musgo se ve bien en el invierno,
en verano se seca e invade,
un peligro, I soppose”
Gotas, pasto atravesado por mangueras parchadas,
una hilera de moléculas de agua hechas otra más,
parte infinita del río que no acaba de condensarse.
Evapora,
el viento me abrocha el pelo a una hamaca.
Sucia como nunca, un naranjo negro de podredumbre húmeda, de hilachas descosidas, o de una estructura pronta a morir descascarada.
Se posa en la araucaria, cree conocer su naturaleza
que se aleja de sus patas cortas, de salchicha hecha
perro,
de perro aplastado, hecho tubo orejón… de color y ladridos.
I soppose , el trébol fue trébol… que se hizo grande como un loto,
que creyó en la evolución hacia ser no más ni menos,
ser y ser,
un todo verde como el río que se emulsiona hacia y
por nosotros,
más manchas, I soppose.
- Debajo de ese mañío hay como una casa.
- ¿Como una casa?
- Sí, debajo de ese mañío hay un hueco perfecto como para hacer una casita.
- Los pájaros ya hicieron una, te apuesto.
- No hace falta que apuestes, porque al final, la gran aspereza de su corteza, te hará una casa en la piel.
- Entrarán insectos, me comerán por dentro.
- No más que un árbol comiéndose al mar de un ronquido.
- No sé cómo será cuando los árboles digan en gritos todo lo que han callado.
- Serán un trébol gigante,
un Loto, y sobre ellos un elefante,
un hormigueo del viento incesante, roto, fracturado de tanta inhalación y expulsión de voces, de rugidos milenarios. No hay árbol que no haya gritado.
Y entonces, como si nada pasara, el renoval de canelos abrió las piernas, abdujo al hombre que le sacaba fotos a la oscuridad de la noche… se lo tragó entero, y en el interior del cuerpo le dijo:
- Olvídate de iluminarnos, porque las imágenes no reflejan nada.
Y él, atónito por tal fulgor en el viento, respondió entre tiritones:
- Se equivocan si creen que no los he visto, yo…
- Hemos muerto y renacido, no viste nada, no has (de ver) y verás. Nosotros presenciamos la verdad de la luz, los fuegos.
Y entonces,
sin más,
un tronco de vapor hizo nada el mar,
el río,
las almas y las costras de sal del desierto.
Yo me apoyé en la hamaca,
raspé la pintura que se desprendía del fiero oxidado,
herrumbroso los ojos,
el verde se hizo nada,
lo visible se esfumó,
incluso el moho de lo naranjo,
el nylon sin hilachas,
todo como nada ante el fuego del loto.-
3 comentarios:
cuando mi viejo estaba en la u tuvo clases con nicanor parra.
el ramo se llamaba
"literatura ecológica"
esto es algo parecido, verdad?
Llegué aquí deambulando de blog en blog...(realmente me metí al blog abandonado de la Daniela, y luego a éste..)..
Y nada pues...me encantó el escrito...especialmente el intermedio.. :)
Y no sé si me conozcas...creo que una vez como que hablamos..(como "hola y chao"... :D)
Saludos.
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masimundus semikonecolori
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