5.7.07

Verborrealismo

Palabreo, viajo por mi diccionario personal, caigo en las sílabas, letras, consonantes, vocales, prefijos, conjugaciones de verbos y familias semánticas.

Palabreo, inconscientemente he clasificado todo para que al palabrear, suene un conjunto lingüístico lógico y educado.

La lengua, los dientes, el paladar y las cuerdas vocales, mis órganos sonoros se mueven y rozan entre sí sus fibras, emito palabras, frases, fonemas, sonidos identificados por los parlantes de la lengua que yo hablo. Nos comunicamos.

Camino, parloteo, charlo, converso, parlamento, cruzo palabras, oigo, leo bocas. Camino, me detengo en un semáforo, y vuelvo a palabrear, con el señor que pregunta la hora, entonando un cantito al final de la oración. Hago el ejercicio, decodifico lo enviado por el señor preguntón, y como acto-casi-reflejo, miro mi reloj, leo sus números y le digo: “Son las cuatro menos veinte”. Me agradece y cruza la calle.

Pienso que no pienso sólo con palabras, que millones de sensaciones viajan en mis nervios hasta mi cerebro, y no puedo escribirlas todas, por más que intente nombrarlas, no puedo escribirlas todas porque no entran en conceptos, y ninguna entra en conceptos, porque las sensaciones son mías y los conceptos de los humanos y sus lenguajes.

- “… nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo”[1].

Si nuestra verdad es posible en la medida que sigamos creyendo que dejando una huella ella perdurará, entonces caminemos. Camino, “se me caen los gestos de los bolsillos” como a Pablo de Rokha, como a Artaud, como a Ud., Señor, se le caen cuando un perro le huele, cuando un niño le llora y le dice todo sin palabra- con llanto.-

- “Créame que lo siento,

la poesía es equívoca,

y ya no es cuestión de confianza,

nos decimos mirando a nuestro alrededor,

los perros saben de comunicación

tanto como los niños aún intocados por la estupidez”[2].

El perro le habla con total confianza, él le ha olfateado las manos e identifica de quién hablamos cuando hablamos de Ud. Le habla con la nariz, la mueve, la pega a su ropa como el niño que llora antes de hablar, y nos transmite todo, con su pureza original, con su imparcialidad y su absoluta certeza de que esa es la forma de hacernos llegar la sensación en su más ruda naturaleza. Llora, el perro huele, y sabemos que ambos no son estúpidos por no palabrearnos.

- “Los perfumes, los himnos órficos, las algalias en primera y segunda acepción… Aquí olés a sardónica. Aquí a crisopacio. Aquí, esperá un poco, aquí es como perejil pero apenas un pedacito perdido en una piel de gamuza…”[3]

Olemos, palabras a otras cosas nos dicen lo que no deben decir, nos dicen otra cosa, son palabras de palabras, palabras del lenguaje y palabras de nociones a letras que etéreamente no entran en los nervios. ¿A qué olemos cuando nos miramos? ¿A qué olemos cuando la palabra deja de ejercer como órgano? Entonces, como salida a la problemática, a la in funcionalidad de la palabra que ya conozco, me acurruco en la invención de palabras, quizás así lo que no comprendo de lo que hablo, llegue a acercarse a la sensación de lo que transito y no verbalizo. Aquí digo:

- “Todo lenguaje verdadero

es incomprensible,

como el clac

de los dientes cuando castañean;

o el clac (burdel)

del fémur con dientes (en sangre)]

a los del dolor del hueso cerrado

dakantala

dakis ketel

ta redaba

ta redabel

de stra muntils

o ept enis

o ept atra

del dolor

sudado

en

el hueso.”[4]

Y canto, irremediablemente el expresar es un cantar,

irremediablemente, al azar de los sucesos,

como quien mea, como quien bebe, como quien anda,

y habla en jirones, para entrar en el juego del ritmo

en consonancia con los bloques sentidos, para entrar en el juego,

y sus etapas para llegar a ser lo que somos cuando cantamos.

1.- La confusión de no poder explicar lo que nace para ser sentido.

2.- El canal: todos los –turas sirven.

3.- Un balanceo rítmico fatal al hallar el casi-todo en el lenguaje (de lo que sea, pero siempre concretado)

4.- La Creación y aseveración de lo que se cree comunicable.

Ejemplo:

Sobrevuelo las praderas de tu lomo, huele a merquén y no me importa, te mezclo con los trozos de ruptura anal que quizás sentiste en la caída de todo.

Entiendo, comprendo, romperse así eleva la fragancia a los estadios de lo superreal, casi imperceptible, casi atropellante en la nariz- como de bebé, roñosa, negra, con vestigios de moco seco que se hace costras en las aletas de las fosas nasales- cierro los ojos, sobrevuelo y navego bajo tierra, la tierra porosa, como gusano navego y sé. Sin lugar a dudas, siento, comparo, todo llevado al plano de lo que conozco, por eso, incluso si mis calzoncillos se rien a carcajadas, es porque las carcajadas son humanas, las palabras que materializan lo que veo, son humanas, el que yo todo lo clasifique, es porque nos hemos engañado, y ya nada es tan puro como el que seamos sordos y ciegos al lenguaje, y mudos al hablarlo.

¿Qué concepto puedo tener yo de la caca? El mismo que todos,

¿qué siento con caca? y ni si quiera eso.

5.- Clasificación, inherente al ser humano, sobre todo después de Aristóteles.

Ejemplo:

Olor: pordioporoso senticlasomiento artositado orp artudinianos facsilimoso. Jazminocacosos orptados y añorosistoliscos sastah romergrillos asiásicos surorientones.

No hay traducción por un tema evidente, mi clasificación caótica apunta a la muerte de lo evidente, es el sentimiento que recoge fragmentos de elementos, y el lenguaje, no podemos disociarlo de nuestras vidas, no podemos crear nada nuevo, porque todo cae en lo que ya conocemos. Lo nuevo siempre tiene el concepto de lo que pudo ser algo semejante. Si mi definición de “olor”, es en letras, es porque he aprendido a decir todo con letras, porque he aprendido a hablar y a identificar las sensaciones con conceptos, por consiguiente en términos, y al final, en conjuntos de palabras que llegan a algo más, supuestamente más completo, más seguro.

Y así, en la lírica, las figuras literarias, por más incoherentes que parezcan, están llenas de sensaciones, como el sistema nervioso de Flush, y su hocico pegado con flores, carnes, suelos, humanos y religiones.

Pues el fin es el comienzo, Si es así, si nuestra finalidad es expresar lo que

y ese fin mismo sentimos, materializarla, la sensación se pierde,

elimina todos los medios. no hay medio para que todos comprendamos las

sensación, porque es personal y hacerla conceptual, limita su extensión y su pureza.

El fin mismo, elimina todas las posibles formas para llevarlo a cabo.

Invento, provoco, busco, palpito por calles húmedas cuando una papeleta revolotea en mi oreja, intento, busco, humanamente me acerco a lo que pretendo: divago, inevitablemente asumo que todo se pierde en la palabra, aunque esta misma, todo lo busque.

Si es necesario inventaré lenguajes para poder decir lo que quiero decir, si es necesario voy a utilizar todo lo que conozco para reinventar mi lenguaje. Continuaré limitando mis sensaciones, porque como ser humano me es vital hablar, cantar, expresar con una voz y con un puño, lo que siento. Caigo, limito, actúo condicionadamente, y lo admito, he perdido la capacidad de retener sensaciones por querer verbalizarlo todo.

Si digo que es mi sensación de caca en el viento, quizás comprenda lo que hablo y a lo que me refiero, pero aún así, si digo que esa sensación es rasurarme la nuca cuando estoy en el baño, apunto a lo mismo, porque ya he atentado contra la sensación pura, poniéndola a prueba en un papel, en un registro cualquiera.

Rasurarme la nuca en el baño, pintarme los labios con betún, dibujar una hoja de álamo en la corteza de un gato, desarmar las piezas de una cabeza y endurecerlas con plástico, y todo lo que pueda imaginar como acción benévola y sensacional, es real, pero aún así, mi palabra la limita, porque el señor que inventara el lenguaje, no supo entender, que sentir no entra dentro de: “Agua” o “casa”, entra en un cuerpo con nervios y sentidos perfectos, con pulsaciones en corazones, con la palabra agusanada y con conciencia de que lo hacemos.

[1]Cortázar. Julio. ”Rayuela”. Página 439. Ediciones B. Barcelona. 1988.

[2] Vilá Riquelme. Cristián. “Finis poética”. Página 38. Le parole gelate. Roma. 1987.

[3] Cortázar. Julio. ”Rayuela”. Página 618. Ediciones B. Barcelona. 1988.

[4] Artaud. Antonin. “Para terminar con el Juicio de Dios y otro poemas”. Página 75. Ediciones Caldén. Buenos Aires. 1975

1 comentario:

Absurdá dijo...

hola
soy la camila mattar
y tengo blog
escríbeme ya?
te amo