Yo
le miro a usted,
¿sabe?
y
con los ojos trenzo su efluvio negro.
De
las manos suyas brota el oro,
brilla
ahí,
bajo
sus piernas,
y
hierve,
duele
y hiere,
¿sabe?
le
trenzaría a usted las manos y no
el
pelo,
para
no llagarse los dedos de tocar lo
que
quema,
porque
es oro, mamai,
y
lo tragamos caliente
e
invocamos al Sol.
3 comentarios:
está bueno..
boliviánico, maqueiriánico, pachamámico.
yo también invoco, pero otras cosas. La vida sureña es más deprers.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaah. Un gran ah, infinito ah. Lloroso ah.
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